Me gusta mirar a los ojos a la gente cuando camino. Bah, ya no se si me gusta, o de tanto gustarme se volvió costumbre.
Supongo que lo que me atrae es el pause que se genera cuando se cruzan las miradas. Y luego seguimos. Con pasos apuradas, manos inquietas y mentes en el mañana.
En un mundo que no para de no parar, donde los semáforos generan impaciencia y el bocinazo es justificado al segundo once de espera. La gente espera debajo de cordón lista para cruzar. Y siempre haciendo; música en sus oídos, pensamientos cruzados, pegados a su teléfono, enojados, mintiendo.
Extraño el silencio de la hora de la siesta del barrio donde nunca viví.
El viento soplando mis pestañas, de esos ojos míos donde rebota el sol y a través de los cuales miro el cielo y sus nubes, que hoy me resultan insulsas.
Y entonces el arte como una manera de parar y respirar.
La fotografía como instrumento para congelar los instantes que no dejan de suceder.se.
De recuperar el color de los momentos, del sabor de los espacios y del despacio y tranquilo.
La música como conexión con el ahora. Porque las notas que sale de esa especia de flauta grande, son ya,
ni antes, ni serán.
Es una ilusión,
porque la bicicleta de la foto está quieta, pero todos sabemos que no para de moverse.
Pero el placer de verla inmóvil, de haberse agachado a conseguirla, nos evade por un ratito de este siglo XXI, automático y digital.
Supongo que lo que me atrae es el pause que se genera cuando se cruzan las miradas. Y luego seguimos. Con pasos apuradas, manos inquietas y mentes en el mañana.
En un mundo que no para de no parar, donde los semáforos generan impaciencia y el bocinazo es justificado al segundo once de espera. La gente espera debajo de cordón lista para cruzar. Y siempre haciendo; música en sus oídos, pensamientos cruzados, pegados a su teléfono, enojados, mintiendo.
Extraño el silencio de la hora de la siesta del barrio donde nunca viví.
El viento soplando mis pestañas, de esos ojos míos donde rebota el sol y a través de los cuales miro el cielo y sus nubes, que hoy me resultan insulsas.
Y entonces el arte como una manera de parar y respirar.
La fotografía como instrumento para congelar los instantes que no dejan de suceder.se.
De recuperar el color de los momentos, del sabor de los espacios y del despacio y tranquilo.
La música como conexión con el ahora. Porque las notas que sale de esa especia de flauta grande, son ya,
ni antes, ni serán.
Es una ilusión,
porque la bicicleta de la foto está quieta, pero todos sabemos que no para de moverse.
Pero el placer de verla inmóvil, de haberse agachado a conseguirla, nos evade por un ratito de este siglo XXI, automático y digital.
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